Viajemos atrás en el tiempo, vayámonos allá por el año 2012, a una crisis casi ya olvidada, y olvidada no por que se haya subsanado el caso, sino por pura desconfianza y por un “ya no hay nada que hacer, están acabados”.
Hablamos del antiguo caso de la crisis de Blackberry. Una crisis obviamente es algo malo, negativo y más para una empresa que se encontraba en pleno auge y en su máximo esplendor. Cuando de repente todos los que tenían BB eran afortunados, se sentían orgullosos de pertenecer a una comunidad de mensajes gratis, un modelo de comunicación simple, fácil y directo. Ellos eran “guays”.
Mensajería instantánea, ¿quién diría ahora que tal herramienta era nada más y nada menos algo innovador y completamente tecnológico?, lo nuevo es una moda, que cuando se convierte en “mainstream” deja de ser novedad.